
Hoy, el presidente Luis Arce nos brindó una lección profunda: la del compromiso verdadero con la revolución y con las causas populares, ése que no se grita, se demuestra.
Ante la vorágine electoral y política, eligió siempre el bien común, antes que la comodidad propia.
En estos años, trabajó todos los días con las manos y el corazón. Asimismo, en estos años, amó a su pueblo no desde el discurso, sino desde la acción. Nos enseñó que gobernar también es cuidar, que liderar también es resistir.
Resistió como nadie: firme frente los vaivenes de la historia. Soportó conspiraciones, injurias y ataques; pagó por culpas ajenas sin rendirse jamás. Y aun así, siguió andando, sereno e íntegro.
La historia, que no olvida a los justos, sabrá honrar tu nombre.
La historia te absolverá, presidente Lucho.